Mostrando 2 respuestas a los debates
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    • #2296
      Cirumed
      Superadministrador

      Bienvenido al foro “Preguntas a Docentes”

      Este espacio está diseñado para que puedas resolver tus dudas directamente con nuestros Líderes de Opinión (KOL), expertos en distintas áreas de la práctica clínica y estética. Aquí encontrarás respuestas con fundamento científico y experiencia comprobada.

       

      📌 Normas del Foro

      Haz preguntas claras y específicas sobre técnicas, productos o temas clínicos.

      Etiqueta al experto correspondiente según su especialidad (lista más abajo).

      Mantén un tono profesional y respetuoso en todo momento.

      No se responderán preguntas fuera del ámbito académico o que involucren diagnósticos individuales de pacientes.

      Participar en este foro implica compartir conocimiento para toda la comunidad, evitando información sensible.

      Si tu consulta es urgente (caso clínico en tiempo real), dirígete al foro Comunidad de Ayuda en Urgencias.

      Recuerda: la respuesta del KOL es una orientación profesional, no reemplaza tu criterio clínico ni las normativas locales.

       

      🎯 ¿A quién dirigir tu pregunta? (Especialidades por KOL)

      Etiqueta al experto que corresponda, usando su nombre precedido por @.

      @DrValentinBernales → The Pilla, Meditoxin, Neuramis

      @DraSolangeAzcarate → The Pilla, Meditoxin, Neuramis y Exosomas

      @DraMacarenaMassoud → The Pilla, Neuramis

      @DrFelipeLabbe → Fosa temporal, The Pilla, Neuramis

      @DrIhanContreras → Neuramis, The Pilla, terapias combinadas

      @ManuelUgalde → Psicología Clínica

      @DraNataliaPerez → The Pilla

       

      💡 Consejo: Si tu pregunta involucra más de un producto o técnica combinada, etiqueta a más de un experto.

    • #2504
      Bernardita Pinochet
      Superadministrador

      Preguntas al Speaker: Manuel Ugalde
      A continuación encontrarás las preguntas que surgieron durante nuestro primer webinar “Estética, deseo y dismorfia en tiempos de redes sociales” de Cirumed Academy, dictado por Manuel Ugalde, psicólogo clínico y profesor en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
      Este espacio tiene como objetivo continuar la conversación y profundizar en los temas tratados, por lo que invitamos a Manuel a responder las siguientes preguntas de nuestra comunidad:

      – ¿Cómo influye el uso de filtros y selfies en la construcción de la autoimagen en adolescentes?
      – ¿Existen diferencias significativas en la forma en que hombres y mujeres experimentan la auto-objetivación digital?
      – ¿Qué señales podrían alertar a un profesional de la estética sobre la presencia de un Trastorno Dismórfico Corporal (TDC)?
      – ¿Cómo distinguir entre un deseo legítimo de transformación estética y una demanda impulsada por malestar psicológico profundo?
      – ¿Qué papel juegan los algoritmos de redes sociales en la consolidación de ideales estéticos hegemónicos?
      – ¿Qué herramientas prácticas pueden usar los profesionales de la estética para detectar malestar subjetivo en sus pacientes?
      – ¿Qué implicancias éticas tiene intervenir estéticamente a una persona con síntomas de TDC?
      – ¿Cómo se puede fomentar una colaboración efectiva entre profesionales de la salud mental y de la medicina estética?

    • #2505
      Manuel Ugalde
      Espectador

      Hola a todas y todos. Gracias por sus preguntas y por participar del Webinar. Aquí van las respuestas en virtud de mi experiencia clínica y de lo que la investigación científica señala.

      – ¿Cómo influye el uso de filtros y selfies en la construcción de la autoimagen en adolescentes?

      Durante la última década, y especialmente desde la pandemia en adelante, el uso de selfies y filtros se ha convertido en una de las prácticas más influyentes en la construcción de la autoimagen en adolescentes. Ya no se trata solo de tecnología o estética: debido a su integración en la vida cotidiana, este fenómeno implica una reconfiguración profunda de la relación con el cuerpo y con la mirada ajena. El cuerpo pasa a ser un objeto de comparación y juicio. En la adultez esto puede afectar la autoestima, pero la identidad ya está más consolidada. En cambio, en los jóvenes, el cuerpo y la imagen funcionan como soportes simbólicos de la identidad. Las redes sociales se transforman en un espacio donde los adolescentes aprenden a mirarse a través de los ojos de los otros, moldeando su autopercepción mediante comentarios, “me gusta” y comparaciones. La imagen deja de ser una representación para convertirse en una herramienta de autoconstrucción. Esta exposición constante introduce una fragilidad particular en la identidad corporal adolescente, volviendo la autoimagen dependiente del reconocimiento digital y de la mirada social.

      – ¿Existen diferencias significativas en la forma en que hombres y mujeres experimentan la auto-objetivación digital?

      La exposición digital en redes afecta a todos, pero hombres y mujeres no la viven del mismo modo. La mirada social sobre el cuerpo femenino sigue siendo más intensa y evaluadora, porque se espera de las mujeres una presencia visual constante y ajustada a estándares de belleza más precisos. Las redes amplifican esta presión, transformando el mostrarse en una forma de validación personal. Muchas mujeres viven una vigilancia constante sobre su cuerpo, se miran desde fuera, anticipando el juicio de los demás. Esto genera inseguridad, ansiedad y búsqueda reiterada de intervenciones estéticas. En los hombres heterosexuales, el ideal se asocia más al rendimiento, la fuerza o la autonomía que a la belleza. Sin embargo, en hombres homosexuales y grupos LGBTQ+, la auto-objetivación puede ser incluso mayor, ya que la imagen corporal cumple un rol social y erótico central. En esos contextos, los estándares de atractivo son exigentes y operan como forma de pertenencia. Esto muestra que la presión estética no pertenece a un solo género, sino a un modelo cultural amplio que regula la visibilidad y el deseo en la era digital.

      – ¿Qué señales podrían alertar a un profesional de la estética sobre la presencia de un Trastorno Dismórfico Corporal (TDC)?

      El Trastorno Dismórfico Corporal es un diagnóstico clínico complejo, que requiere una completa anamnésis del paciente. En cualquier caso se puede establecer que el TDC se caracteriza por una preocupación persistente por defectos físicos mínimos o inexistentes para el resto. Una primera señal es la desproporción entre el defecto percibido y la angustia que produce. El paciente dedica gran parte del día a pensar en su apariencia, se mira o evita hacerlo, y puede traer fotos para mostrar detalles imperceptibles. Otra alerta es la historia de múltiples procedimientos sin satisfacción, acompañada de desconfianza hacia otros profesionales o de ansiedad cuando se cuestiona la necesidad de nuevas intervenciones. También es frecuente el deterioro en la vida social o emocional: evitación de fotos, aislamiento y malestar intenso frente al juicio de los demás. En estos casos, la prioridad es no intervenir de inmediato, sino abrir un espacio de escucha y orientar hacia una evaluación psicológica o psiquiátrica. Explicar que el malestar puede no estar en el cuerpo, sino en la vivencia subjetiva, es una forma de cuidado. La sensibilidad ética y la coordinación con salud mental son esenciales para prevenir daño.

      – ¿Cómo distinguir entre un deseo legítimo de transformación estética y una demanda impulsada por malestar psicológico profundo?

      Esa distinción merece tiempo en identificarla, y profundidad en la escucha, aunque de todos modos la diferencia entre un deseo legítimo de transformación estética y una demanda impulsada por malestar psicológico profundo suele estar en el sentido del cambio que se busca. Cuando el deseo de transformación proviene de una motivación clara, coherente y limitada, suele responder a un interés estético legítimo. En cambio, cuando la intervención se vive como una condición para aceptarse o sentirse valioso, probablemente refleja un malestar más profundo. Las personas con demandas impulsadas por angustia tienden a mostrar expectativas desproporcionadas, dificultad para detenerse en un resultado y una dependencia emocional respecto al procedimiento. En esos casos, la intervención puede traer alivio momentáneo, pero el malestar reaparece desplazado a otra zona del cuerpo. El profesional ético debe indagar con cuidado las motivaciones: qué espera el paciente del cambio, qué teme si no lo logra, y qué significa para él la perfección. Escuchar estas respuestas permite discernir si se trata de una necesidad estética o de una herida subjetiva. A veces, el mejor tratamiento es acompañar antes de intervenir.

      – ¿Qué papel juegan los algoritmos de redes sociales en la consolidación de ideales estéticos hegemónicos?

      Los algoritmos refuerzan contenidos que generan más interacción, y esos suelen ser los que representan los cuerpos más normativos y hegemónicos. De ese modo, moldean de forma invisible los parámetros de belleza, estableciendo lo que se considera deseable, visible o valioso. Esta selección automática produce una homogeneización del ideal corporal, desplazando la diversidad y naturalizando estándares imposibles de alcanzar. En la práctica, los usuarios, especialmente los jóvenes, terminan comparando su imagen con una versión filtrada y estadísticamente potenciada del atractivo. Para los profesionales de la estética, es clave comprender que el deseo de intervención muchas veces se origina en esa exposición algorítmica, más que en un rasgo real del cuerpo.

      – ¿Qué herramientas prácticas pueden usar los profesionales de la estética para detectar malestar subjetivo en sus pacientes?

      La herramienta principal para detectar malestar subjetivo es la conversación clínica. Escuchar cómo la persona habla de su cuerpo y del procedimiento permite detectar si el malestar proviene de un conflicto emocional. Frases como “quiero sentirme por fin bien conmigo” o “así me van a aceptar” suelen apuntar a una herida de autoestima más que a un problema estético. También es importante observar la desproporción entre el defecto y la angustia que genera, así como los signos de ansiedad, irritabilidad o insistencia en la perfección. Preguntar con interés genuino qué espera del cambio o cómo se ha sentido con intervenciones anteriores ayuda a abrir un espacio de reflexión. Si se sospecha un malestar mayor, se puede proponer una derivación psicológica, explicando que eso no invalida la intervención, sino que busca favorecer resultados más sostenibles. Detectar sufrimiento es ya un acto clínico y ético. De todos modos, también hay encuestas que pueden pasarse al momento de la entrevista clínica, al llenar los datos del paciente, y toma aproximadamente 5-7 minutos más. La adjunto entre los documentos que enviaré próximamente.

      – ¿Qué implicancias éticas tiene intervenir estéticamente a una persona con síntomas de TDC?

      Intervenir a una persona con síntomas de TDC puede reforzar la causa de su malestar, al confirmar que el problema está en el cuerpo. Éticamente, esto obliga a priorizar el principio de no dañar, aunque exista demanda. Cuando la preocupación corporal es desmedida y persistente, la intervención puede agravar la insatisfacción. El profesional debe evaluar motivaciones, expectativas y estabilidad emocional antes de actuar. Si el cambio físico se plantea como una solución a un conflicto de identidad o de aceptación, lo más ético es no intervenir y ofrecer acompañamiento. Explicar esta decisión con empatía permite mantener el vínculo y proteger al paciente. La ética en estética no consiste solo en hacer bien el procedimiento, sino en saber cuándo abstenerse o dar sugerencias para cuidar la integridad del otro.

      – ¿Cómo se puede fomentar una colaboración efectiva entre profesionales de la salud mental y de la medicina estética?

      La colaboración requiere construir una visión compartida del bienestar, que integre cuerpo y mente. El primer paso es abrir canales de comunicación fluidos y respetuosos entre ambos ámbitos. Crear protocolos de derivación recíproca, desde estética hacia salud mental y viceversa, permite abordar los casos complejos de manera integral. Las instancias formativas conjuntas son otra herramienta valiosa: talleres o reuniones clínicas donde se discutan casos, se compartan criterios y se aprendan lenguajes comunes. Finalmente, la coherencia en la comunicación hacia el paciente es fundamental. Cuando estética y salud mental actúan con un mismo horizonte ético —no la perfección, sino el bienestar y la autenticidad—, el paciente se siente contenido y acompañado. Esa alianza interdisciplinaria es la base de una práctica realmente ética y humanizada, y a mi juicio este oportunidad que abre CIRUMED es un primer paso en esa línea de aproximación

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